El crustáceo Cymothoa exigua, parásito hallado principalmente en el Golfo de California, se aferra a la lengua de los peces y bebe su sangre hasta que el órgano se atrofia y se desintegra. Cuando eso ocurre, el parásito sustituye a la lengua, incluso en sus funciones. El invitado se alimenta de las mucosas de su anfitrión sin que este sufra ningún daño ni deje de alimentarse con normalidad. Se trata del único parásito conocido que sustituye con éxito a un órgano.
El Paragordius tricuspidatus es un parásito de los grillos probablemente adquirido por ingestión accidental de los huevos. Una vez dentro, el gusano crece de tres a cuatro veces el tamaño del artrópodo, ocupando todo su cuerpo excepto la cabeza y las patas, según explican en la revista científica del Smithsonian. El parásito produce proteínas que secuestran el sistema nervioso central del grillo, y cuando el gusano está próximo a madurar, le ordena arrojarse al agua, donde es probable que muera. Mientras tanto, el parásito aprovecha para salir por la parte trasera de su anfitrión y encuentra el lugar ideal para reproducirse.
Una avispa de Costa Rica llamada Hymenoepimecis argyraphaga
es protagonista de uno de los casos de «posesión» parasitaria más
extraños del mundo. La avispa paraliza a la araña Plesiometa argyra para
adherirle un huevo en su abdomen. Cuando el huevo se rompe, la larva
perfora la piel de la araña y vive de chuparle la sangre. Pasado un
tiempo, inyecta a su anfitriona una sustancia química que la obliga a
tejer una telaraña muy diferente a la que haría normalmente. La larva mata y come a la araña y teje un capullo en la telaraña, muy fuerte y diseñada específicamente con ese fin. Una semana y media más tarde, se transforma en una avispa.
Una pequeña mosca parasitaria de Norteamérica, la Apocephalus boreal, pone sus huevos en el abdomen de las abejas de la miel. Las portadoras enloquecen y comienzan a volar en círculo. Por la noche, abandonan la colmena y algunas mueren a cientos de kilómetros de distancia. Hasta trece larvas pueden salir de la cabeza de la abeja muerta, por eso se la llama mosca decapitadora. Los investigadores creen que puede ser una de las causas de la masiva desaparición de las abejas en todo el mundo.
La especie parasitaria Sacculina carcini, pariente próximo de los afamados percebes, convierte a los cangrejos en madres (forzosas) de alquiler. Cuando solo es una larva, el parásito se introduce en el cuerpo del cangrejo, se alimenta de los nutrientes de su sangre y pone sus huevos. Esto significa que el cangrejo queda estéril si es una hembra, así que se ocupará de los huevos del parásito como si fueran los suyos. Curiosamente, si se trata de un cangrejo macho también asumirá el papel maternal, explican en la revista Smithsonian. Cuando las nuevas larvas se han desarrollado lo suficiente como para existir por sí mismas, el cangrejo se sube a una roca alta y se balancea arriba y abajo hasta expulsar las larvas, como si fueran sus propios hijos.
El gusano Leucochloridium paradoxum, que habita en el norte de Europa, invade en su estado de larva el aparato digestivo de los caracoles y alcanza sus ojos provocando que los tentáculos oculares se hinchen y coloreen adquiriendo el aspecto de una oruga. El caracol sufre una especie de ceguera y en vez de ocultarse en las sombras para evitar la depredación, se pasea por cualquier sitio como un «zombi» con su nuevo aspecto. Esto aumenta las probabilidades de ser devorado por las aves, que creen estar tomando un bocado exquisito. Una vez ocurre, las larvas comienzan a desarrollarse, alcanzan su estado adulto y se reproducen. Los huevos serán liberados en las heces de las aves y posteriormente consumidos por los caracoles, dando lugar a un nuevo ciclo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta