30 de mayo de 2010

On liberty y algún que otro menor de edad

Hoy, desde Almendras y Mejillones, "On liberty".
Vuelvo a escribir en el blog después de un tiempo. Este descanso no obligado pero tampoco intencionado ha sido consecuencia de problemas con el portátil con el que trabajo habitualmente (joder, hay que ver como nos cuesta cambiar nuestras costumbres) y de mis "ocupaciones"

Bueno, vuelvo para hablar de un tema que pretendo tratar de forma liviana y ligera, aunque no prometo no llevarlo a un ámbito más profundo.

Habéis leído "on liberty", de John Stuart Mill? Si no es así os recomiendo que lo hagáis, ya que expone unos dogmas de covivencia que podríamos definir como ejemplares a mi parecer.
De todas maneras, no voy a explicaros que defiende Mill sino a, después de tomar como validas sus leyes (esto es una vez aceptada su propuesta) discutir sus límites y campos de aplicación.

Para los que no habéis leído a Mill, de manera muy resumida, os cuento lo que expone: Comienza dando a la libertad un valor sublime, y diciendo que debemos ponerle los mínimos límites posibles. Así, concluye que la libertad de un individuo tiene que acabar exclusivamente cuando acaba la de otro. Esto se resume muy bien con su principio del daño: Una persona es libre siempre y cuando no haga daño a otra (entendiendo por hacer daño limitar su libertad).

Pues bien Mill, dice que esta libertad debe ser concecida a todos, sean considerados estúpidos o inteligentes, naranjas o ultravioletas, excepto a lo que, para no complicarlo mas, llamaré "menores de edad".
Supongo que ya veis por donde voy. Los derechos y responsabilidades de los menores de edad son un tema muy de moda últimamente. Pero (puede que por eso) yo no voy a discutir sobre ellos. Solo diré que estoy de acuerdo en que las personas aún no desarrolladas mentalmente para, aún no maduras mentalmente sean, siempre que sea por su bien, controladas por otros. Esto quiere decir que otros puedan controlar, limitar sus decisiones y actos, limitan do así sus libertades.

Y aquí, amigos mios, es donde entramos es en terreno pantanoso, en la obtusa ciénaga:
Quien determina quien es "menor de edad"? Quien decide que mente es madura o está desarrollada? O (yendo aún más allá; en un espejismo de infinito en nuestra ciénaga) quien determina si esta persona, que decidirá qué mentes son maduras, es madura (esto es, es mayor de edad)?
Lo único claro que tiene este tema es su complicación; valga la paradoja.

La sociedad actual soluciona este problema con una chapuza; redactando una ley que dice, en la medida de lo posible sutilmente, que las personas son libres a partir de los 18 años.
Pues bien: Creo que esta chapuza causa más problemas de los que resuelve. Pero de ellos os hablaré en otro artículo, ahora es muy tarde. Por lo menos este post servirá para fundamentar mis futuros artículos, ya más concretos.

¡Hasta la próxima Almendras y Mejillones!

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