9 de junio de 2010

Platón no fumaba porros

Hoy, desde Almendras y Mejillones, sigo hablando de filosofía, o por lo menos de filósofos.
Digo esto, por que si analizamos un poco más a fondo los transcendentes, contundentes y aparentemente inocentes los textos de algunos autores clásicos y los ponemos en situación, podremos observar que no son tan inocentes como parecen, y que esconden tras la filosofía temas menos elegantes.

Cómo ejemplo voy a poner a Platón, el más grande de los clásicos. Los textos y teorías de Platón tienen finalidad política. Si bien es cierto, él nunca intenta esconder esto. However, de lo que voy a hablar es de qué finalidad política tienen exactamente.

http://www.educa.madrid.org/web/ies.tirsodemolina.madrid/contenidos/departamentos/Filosofia/imagenes/platon.jpg


Cómo sabréis, Platón supone dos mundos: El mundo material y el mundo de las ideas. Este último alberga entidades reales invariables. Platón dice que cualquier cosa que existe en el mundo material es una imitación de una de esas entidades, a las que llama ideas o esencias.
También se moja cómo dualista, admitiendo la existencia de un alma, que, simplificando exageradamente, podemos decir que es el elemento que uso para dar acceso a los humanos a las ideas, esas entidades invariables tan deseadas. Digo tan deseadas, por que Platón llama conocimiento a la aproximación a estas ideas. Así, consigue que el conocimiento sea uniforme, y con él las ideas de justicia, bien, deber... Pues bien, ahora ya tiene el escenario perfecto:

Con su aún elegante frase "O los filósofos gobiernan, o los gobernantes aprenden filosofía" da unos cuantos pasos más allá. Afirma que los que más piensan y razonan son los filósofos. Por eso, dice, éstos son los que conocen mejor las ideas invariables de las que hablabamos. Entre estas ideas, continua, están las de justicia, bien, deber, organización, perfección... Platón dice que por eso, son los filósofos los que han de gobernar, ya que son los que podrán construir mejor una sociedad justa, una sociedad construida siguiendo lo que dictan esas ideas invariables.

Con su obsesión por evitar el relativismo Platón cae en la falta de respeto y confianza a las opiniones ajenas. Cae en la ciega lucha por lo que uno mismo piensa; anima a no escuchar. En definitiva: Elimina el beneficio que puede procurar la unión de muchas mentes para conseguir vivir felizmente.

Adolf Hitler también pensaba que sus ideas eran las correctas, las sublimes, las salvadoras; las que harían una sociedad mejor (las invariables ideas del mundo inteligible). Por eso, no escuchó (no admitió el relativismo) y trató que el mundo se rigiera por ellas (gobierno de los más próximos al mundo de las ideas). Cómo no le hacían caso... ¡PUM!

¡Hasta la próxima Almendras y Mejillones!

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